Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.

 

¡Oh Elohim, Tú eres mi DIOS!

Te buscaré ansiosamente;

Mi alma tiene sed de Ti,

Mi carne desfallece por Ti,

En tierra seca y yerma, donde no hay agua.

 

Así te he buscado en el santuario, para ver tu poder y tu gloria,

Porque tu misericordia es mejor que la vida.

Mis labios te alabarán,

Te bendeciré mientras viva,

En tu Nombre alzaré mis palmas.

 

Como con médula y grosura será saciada mi alma,

Y mi boca te alabará con labios de júbilo,

Cuando en mi lecho me acuerde de Ti,

Cuando te susurre en las vigilias de la noche.

 

Porque Tú has sido mi socorro,

Así en la sombra de tus alas canto jubiloso;

Mi alma está apegada a Ti y te sigue,

Tu diestra me sostiene con vigor.

Pero los que buscan mi alma para destrucción,

Bajarán a las partes más profundas de la tierra.

10 Serán entregados al poder de la espada,

Y vendrán a ser presa de chacales.

11 Pero el rey se regocijará en Elohim,

Y cualquiera que jura por Él será alabado,

Porque la boca de los que hablan mentira será tapada.

 


(Sin notas)