Jn 1.3. Para neutralizar la fuerza de este argumento que defiende la Deidad del Salvador —como Creador de los Cielos y de la Tierra— se ha alegado que nuestra traducción en Jn 1.3: Todo existió por Él, es demasiado vigorosa en relación con el original, y que la preposición griega en denota más apropiadamente el instrumento a través del cual se hace alguna cosa que el agente directo ejecuta; que, por tanto, aunque el Logos fue la Causa instrumental, no necesariamente fue la Causa eficiente; y para apoyar este punto de vista se cita el pasaje de He 1.2: por el cual hizo también los siglos. Sin embargo, esta crítica no resiste la prueba del análisis, porque, en primer lugar, dia (con el genitivo) se usa evidentemente en muchos pasajes para indicar la causa eficiente. Así, por ejemplo, se aplica al Padre, cuya eficiencia nadie disputa. Leemos en 1 Co 1.9: Fiel es Dios, por quien (di ou) fuisteis llamados a la comunión de su Hijo Jesucristo, Señor nuestro (Comp. también con Ro 11.36; He 2.10, donde dia se refiere al Padre como Agente directo). Si dicha palabra denota entonces la eficiencia procedente del Padre, hemos de admitir igual valoración cuando se refiere al Hijo, a menos que estemos dispuestos a violar los principios generales del lenguaje con el objeto de sostener un sistema teológico decadente. Pero debemos señalar que la palabra dia no es la única preposición que se emplea con referencia a la operación omnipotente del Salvador. También se usa la preposición en, la cual también expresa la eficiencia inmediata del agente. Tomemos por ejemplo Col 1.16: Porque en Él fueron creadas todas las cosas. En tanto que se refiere al Padre como Agente, no excluye al Hijo de la misma condición, sino que denota que son Agentes unidos, pues la obra de la creación se atribuye eficientemente a las tres Personas de la gloriosa Trinidad (Gn 1.1; Ec 12.1); y el pasaje implica que el Hijo, como Agente, estuvo manifestado en esta obra de manera especial e inefable (Col 1.16).