Is 28.10, 13. Repitiendo rítmicamente verbos asonantes, y los vocablos vino y licor, el pasaje (28.1-4, 7-8) describe el proceso hacia una orgía desvergonzada que, cual danza grotesca, concluye de manera repugnante. Se pretende mostrar así la moral decadente de los sacerdotes y sus cómplices, los profetas. Su actitud ante la predicación de Isaías (v. 9) concluye con expresiones silábicas burlonas, mezcla del balbuceo del lactante y las incoherencias del borracho (Pr 23.29-35). Las sílabas (v. 10) comienzan con Q y S, y sugieren un mandamiento y una regla. El desarrollo, vivo y original, tendrá un desenlace sorprendente (v. 13). En plena borrachera, ridiculizan al que procura enseñarles, remedando burlonamente sus oráculos, como si se tratara de una lección de abecedario para párvulos. Pero Isaías les retorna la burla mediante un oráculo divino balbuceante y extraño, y como eco sarcástico y terrible, la respuesta llegará a manifestarse en el misterioso carisma del don de lenguas (Hch 2.1-13, 1Co 14.21).