(Imagen del encabezado: parte de una mesa de medición del siglo I a.C. para calcular volúmenes, hallada en Jerusalén. El artefacto tiene dos cavidades profundas con un drenaje en el fondo, cuya parte inferior podía taparse con un dedo mientras se llenaba con un líquido, y una vez retirado el dedo, el líquido podía volcarse en un recipiente para determinar su volumen.)
 

Ya que en la antigüedad no había una exactitud tan grande como la que disfrutamos hoy en día en lo que respecta a monedas, pesos y medidas diversas, no siempre es posible saber la equivalencia exacta de los datos que la Biblia nos presenta. Los resultados que nos ofrecen los investigadores discrepan considerablemente entre sí. La tabla que sigue contiene una serie de equivalencias que reflejan en este momento de la investigación un grado importante de exactitud: