Los tipos anteriores advierten que la verdadera doctrina (Mr 4.4; 1Ti 4.6; 1P 2.2) llegaría a mezclarse misteriosamente con otras corruptas y corruptoras.
El crecimiento inaudito y deformado del reino de los cielos (Mt 13.31-33) se inició inmediatamente después de la muerte de Pablo y Pedro. El primero nos advierte al decir: Yo sé que después de mi partida, entrarán entre vosotros lobos feroces que no perdonan al rebaño, y de entre vosotros mismos se levantarán varones que hablan perversidades, para arrastrar a los discípulos tras sí. (Hch 20.29-30).
Y Pedro continúa: Yo también procuraré con diligencia que después de mi partida, hagáis en todo momento memoria de... la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro... pues habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras... (2P 1.15,19; 2.1).
Estos no son otros sino los nicolaítas los cuales introdujeron subrepticiamente sus obras primeramente hasta que se convirtieron en la doctrina (Ap 2.6,15) que sentó las bases anchas para el catolicismo y el protestantismo apóstata (1Ti 4.1-3; 2Ti 2.17-18; 4.3-4; 2P 2.1-3).
Para entender la doctrina de los nicolaítas, es necesario definir el significado de la palabra, porque la doctrina de estos personajes no son más que lo que ese vocablo significa en su exégesis.
Veámoslo. Proveniente de la voz griega nicolatai, su raíz nicolaos se compone de nico = conquistar, dominar, y laos = pueblo, gente común. Conforme al contexto significa entonces: tener dominio o señorío sobre el pueblo.
Desde el aspecto eclesiástico, esto significa que el obispo ha impuesto su señorío sobre la grey. Geométricamente, ha cambiado la noble igualdad cúbica de la iglesia, donde todos sus lados son iguales, y la ha transformado en una pirámide satánica, cuya cúspide se distingue de su base. Exactamente lo que el Señor aborrece.
El sistema establecido por el Mesías para Su Iglesia es diferente. Les dijo:
Pero Jesús los llamó y les dijo: Sabéis que los que suponen gobernar a las naciones se enseñorean de ellas, y los magnates de ellas ejercen despóticamente su autoridad sobre ellas. Pero entre vosotros no es así, sino que quien quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, será esclavo de todos, porque también el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos. (Mr 10.42-45).
Pero vosotros no seáis llamados Rabbí, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y a nadie llaméis padre vuestro en la tierra, pues uno solo es vuestro Padre: el Celestial, ni seáis llamados caudillos, porque uno es vuestro Caudillo: el Cristo.
Y el mayor de vosotros será vuestro servidor, porque el que se enaltezca será humillado, y el que se humille será enaltecido (Mt 23. 8-12).
¿Y cuál es el significado de episcopal? El diccionario lo define como “el poder de gobierno que pertenece o es investido en obispos y prelados. El gobierno de la iglesia por medio de los obispos.”
Las iglesias, al establecer rangos superiores, automáticamente declaran inferiores a aquellos otros que no están incluidos en ellos.
¿Se dan cuenta cómo esto nos desvia de la genuina voluntad de Dios?
En el momento mismo que establecemos rangos o clases, automáticamente estamos estableciendo diferencias, en las que inevitablemente unos estarán situados en escaños superiores y otros en los inferiores.
Los primeros en deformar la sana igualdad en la Iglesia fueron los (mal) llamados padres de la Iglesia. Su enrevesada pseudografia patrística testifica contra ellos, y por más que algunos hayan entregado sus cuerpos para gloriarse, de nada les sirve (1Co 13.3b) .
Sintiéndose superiores al creyente común, impusieron sutilmente el escalafón jerárquico de preeminencia y dominio del obispo sobre el laicado. Este sistema fue reafirmado luego por el catolicismo romano y, con algunas reformas (el pastor en lugar del sacerdote) se perpetuó hasta hoy gracias a los esfuerzos del protestantismo ginebrino.