17 La Verdad

Escrito el 25/12/2018


La corta frase de Lucas (1.5) del turno de Abías, tiene una connotación importante, pues nos sirve como pista inicial para trazar bíblicamente la fecha exacta del nacimiento del Mesías. 

Mueve a perplejidad que un registro bíblico tan obvio y determinante para establecer la fecha de nacimiento del Redentor del mundo, haya pasado desapercibido a vista de escribas y eruditos, de doctores en divinidad, de reverendos y de muy reverendos a través de los siglos. 

Esta omisión dio lugar en el siglo IV a que las aberrantes tradiciones paganas de la Roma Imperial se colaran entre las gloriosas palabras del Evangelio. 

Es evidente que hasta hoy, los intentos por determinar la fecha del nacimiento de JESÚS han resultado infructuosos, a no ser que uno acepte las falsedades de la religión cristiana. La razón de ese fracaso se debe a que las propuestas que se han impuesto respecto a la fecha de nacimiento del Ser más importante del Universo, siempre fueron extra bíblicas. Todo intento por determinar la fecha de nacimiento de JESÚS estuvo siempre auspiciado por las esferas dominantes religiosas. Nunca se hicieron utilizando los recursos del único instrumento que Dios ha legado al hombre para que entienda todo lo que necesita entender: Su Palabra.

Pero, ¿por qué un planteamiento tan sencillo como puede resultar el indagar el asunto en la Escritura no ha sido nunca propuesto con éxito? ¿Acaso, alguna misteriosa energía aleja al hombre de su única posible fuente de verdad? Porque si alguna respuesta fidedigna y provechosa, queremos hallar en un asunto de tanta significación, solamente podremos hallarla en la Escritura Sagrada, la cual nos mostrará de forma fácil y sencilla la fecha exacta del nacimiento del Hijo de Dios. 

 

Los tiempos bíblicos

En primer lugar, tenemos que reconocer con tristeza que hasta hoy, ni Israel, ni israelitas, ni cristianos (mucho menos la gente del mundo y sus religiones), obedecen al programa de tiempos bíblicos ordenado por Dios. 

Solo un interés muy especial por parte de Satanás puede hacer que una confusión tan grande se mantenga sobre un punto que puede resolverse por una observación relativamente sencilla. Esto no puede provenir sino de parte del Confundidor, a quien no le conviene que ni Israel ni la Iglesia obedezcan los claros mandamientos de Dios.

A fin de dirimir la polémica con la sola autoridad de la Palabra, expondremos un trazado bíblico segmentado en dos consideraciones básicas: 

 

1. Lo que NO pudo suceder

Ya de entrada, la observación detenida de ciertos pasajes sobre el nacimiento de JESÚS, nos lleva a la conclusión inmediata de que el Mesías no pudo haber nacido en invierno

Veámoslo: 

En el relato del Evangelio según Lucas 2 encontramos que ...en aquella misma región, había pastores posando a campo abierto, guardando vigilias de la noche sobre sus rebaños (Lc. 2.8).

Por el trasfondo histórico, se sabe que los rebaños de aquella región eran llevados más tarde al templo en Jerusalén para cumplir con las leyes del sacrificio. 

Los corderos de Belén eran famosos por ser los únicos sin defectos, y estos pastores sabían muy bien que su misión no era simplemente cuidar de los rebaños. Ellos estaban conscientes que, de manera especial, servían a su Dios, al cuidar a esos pequeños animales que tipificaban al Cordero de Dios que habría de quitar el pecado del mundo. 

Estos humildes pastores eran judíos creyentes, y aquella noche, cuando estaban en el campo guardando los rebaños, contemplaron maravillados la aparición de un ángel que les daba las buenas noticias de que en ese día había nacido el tan esperado Mesías: ¡No temáis! pues he aquí os anuncio la buena noticia de gran gozo, que será para todo el pueblo: ¡Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es CRISTO el Señor! (Lc. 2.10-11).    

Más tarde, y celebrándolo con ellos, apareció una multitud del ejército celestial alabando a Dios, y diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de su elección! (Lc. 2.14).

Ahora bien, tales acontecimientos no pudieron pasar jamás a finales del mes de diciembre. ¿Por qué? Simplemente porque siendo sumamente fríos, los pastores jamás sacaban (ni sacan) sus rebaños fuera de los sukots durante los meses invernales. De manera que el primer hecho cierto que inferimos en la Escritura es que el Señor JESÚS no pudo haber nacido jamás en invierno. 

 

 2. Lo que pudo suceder

La pista inicial para hallar la fecha del nacimiento de JESÚS, es establecer el tiempo en que Elizabeth quedó embarazada, pues la Escritura afirma claramente que Juan el Bautista era seis meses mayor que JESÚS (Lc. 1.26; 36)

Para ubicar esta fecha determinante, consideremos inicialmente las palabras del turno  de Abías en Lucas 1.5 .

 

  • Abías y Zacarías 

Según el recuento de Lucas, el sacerdote Zacarías se encontraba ministrando en el templo, cuando se le apareció un ángel del Señor, anunciándole el nacimiento de su hijo, y relacionándolo con el profeta Elías (Lc.1.17) , cuyo advenimiento se esperaba en la Pascua hebrea (Mal. 4.5) . Mas tarde, el mismo JESÚS se habría de referir a Juan como Elías (Mt. 11.14)

Esta conmemoración se hacía el 14 de Abib (Nisán), el primer mes del año lunar hebreo. 

Ahora bien, unos mil años antes de estos acontecimientos, el rey David había dividido a los sacerdotes para ministrar en el templo en 24 órdenes o grupos. La clase sacerdotal de Abías había caído en la octava suerte (1Cr. 24.10) , y así, le tocaba servir durante el cuarto mes del año lunar. Y así le tocó a su descendiente Zacarías un milenio después. 

Se infiere entonces que tan pronto como Zacarías concluyó su turno, regresó a su hogar, y su esposa quedó embarazada, tal como el ángel lo había anunciado. 

Esto debió suceder a mediados del mes de Tammuz, que corresponde a junio/julio. Nueve meses más tarde, a mediados del mes de Nisán del siguiente año, precisamente durante la Pascua, nació su hijo Juan, el precursor. 

 

  • Elizabeth y María

En ese mismo Evangelio se nos informa la fecha en que la virgen María se halló encinta: ... y luego de esos días su mujer Elisabet concibió, y se mantenía en reclusión cinco meses... en el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por DIOS a una ciudad de Galilea, cuyo nombre era Nazaret, a una virgen... y el nombre de la virgen era María (Lc. 1.24, 26, 27). Y he aquí tu parienta Elisabet, aun ella ha concebido un hijo en su vejez, y este es el sexto mes para aquella que llaman estéril; porque para Dios nada será imposible (Lc.1.36-37). 

Es muy probable que María quedara encinta en el mismo instante que por fe aceptó la voluntad de Dios. Quizá fue en ese instante en que la sombra del Omnipotente vino sobre aquella jovencita judía de la cual habría de nacer el Redentor del mundo. 

Este era el sexto mes de embarazo para Elizabeth que corresponde a Tevet, décimo mes del año lunar, es decir, diciembre/enero. 

En ese tiempo María fue a visitar a su parienta Elizabeth, y se quedó con ella tres meses (Lc.1.56) , hasta el nacimiento de Juan que, como hemos visto, corresponde a Nisán (marzo/abril), y el embarazo de María pudo haber tenido su término seis meses más tarde. 

Con su característica perfección, la Escritura detalla la preciosa historia: 

En aquellos días aconteció que se promulgó un edicto de parte de César Augusto, para que toda la tierra habitada fuera empadronada. Este primer censo se realizó siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos a registrarse, cada uno a su ciudad. José subió, pues, de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que es llamada Bet-Léjem (por cuanto era de una casa y familia de David), para ser registrado junto con María, su prometida en matrimonio, la cual está encinta (Lc.2.1-5).

Consideremos detenidamente la última fiesta del programa divino (Lv.23.34-43). Ella arroja suficiente luz sobre la fecha que tratamos de determinar. 

La fiesta de los Tabernáculos, última de las solemnidades anuales que Israel debía celebrar en sus tiempos, pone fin a la serie de fiestas ordenadas por Dios a Israel. En su calidad profética, la fiesta de los Tabernáculos corresponde al cumplimiento de eventos que tendrán lugar inmediatamente después de la Segunda Venida del Mesías. 

Desde el momento mismo que el Mesías instaure su reino hasta la creación de los nuevos Cielos y de la nueva Tierra, durante mil años literales, es decir, exactamente durante 365.250 días, lo que quede de esta raza vivirá la gloriosa experiencia de contemplar a Dios... habitando en Sión (Jl. 3.21) .

Ahora bien, así como la segunda venida del Mesías producirá, por su cumplimiento, una solemnidad particularmente significativa, su primera venida también produjo, en aquella solemnidad aspectos igualmente significativos. 

Y sucedió que estando allí, cumplidos los días de su alumbramiento, dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada (Lc. 2.6-7).

¿Por qué no había sitio para ellos en la posada? Obviamente no por causa del decreto imperial, sino porque un decreto mucho más importante que cualquier decreto humano, un decreto divino, tenía que cumplirse. En ese preciso día daba comienzo la solemnidad de los tabernáculos.

El primero es el hecho que José y su esposa María tenían que cumplir un mandamiento más importante que el empadronamiento:

Siete días moraréis en tabernáculos. Todo natural de Israel morará en tabernáculos, para que vuestras generaciones venideras sepan que Yo hice que los hijos de Israel moraran en tabernáculos cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo, YHVH  vuestro Elohim (Lev. 23.42-43).

La Biblia provee una útil referencia: ...pero Jacob marchó a Sucot, y allí se hizo habitáculos, y para su ganado hizo enramadas, por eso llamó aquel lugar Sucot (Gn. 33.17). El vocablo hebreo sucot significa pesebre, cobertizo, cabaña o tabernáculo

La solemnidad de Sucot deberá ser observada no solo por Israel sino por todas las naciones del mundo. Por eso será celebrada durante los mil años del reino mesiánico. (Zac. 14:16-18) 

Las versiones castellanas de la Biblia traducen Juan 1.14 sin mayores cambios, de la siguiente manera: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros.” Sin embargo, la palabra griega eskénosen (traducida habitó) es en realidad un verbo que literalmente significa asentar tabernáculo

De esta manera, la traducción habitó no expresa plenamente la intención del original griego, y por ello propusimos la traducción tabernaculizó, pues cumple exactamente con su cometido.

Siendo que el texto griego afirma entonces que el Logos se hizo carne, y tabernaculizó entre nosotros, ¿qué fecha podía escoger Dios para que su Unigénito naciera en la tierra? ¿No podría ser en el preciso día de la celebración de los tabernáculos? 

¿Cuál solemnidad podría ser más apropiada para que el Logos descendiera a habitar temporalmente (Jn. 16.28), a tabernaculizar entre los hombres, sino en el día exacto de la celebración de la solemnidad misma de los tabernáculos? 

Esta festividad se encuentra directamente relacionada con el hecho de que Dios llegaría a habitar en Sión. El Evangelio según Mateo registra para el Mesías dos apelativos muy significativos: JESÚS, porque habría de salvar a su pueblo. Emmanuel, porque habría de vivir entre su pueblo. De allí que para traducir convenientemente, es necesario dotar a nuestro idioma con una nueva palabra (ver Anexo), que redundará no solo en una forma correcta de verter el griego, sino también más precisa y clarificadora. Debemos leer entonces: Y el Logos se hizo carne y tabernaculizó entre nosotros.

 

  • Solemnidad de los tabernáculos

¿Y cuándo se celebra la solemnidad de los Tabernáculos? Seis meses exactos después de la Pascua ¡Seis meses exactos después del nacimiento de Juan! : El 15 de Tishrei.

Continuando nuestra pesquisa, pongamos atención ahora al programa de tiempos y sazones que Dios ordenó en Su Palabra: 

Este mes es para vosotros principio de meses. Sea este para vosotros el primero de los meses del año... el día diez de este mes tome cada uno un cordero, según sus familias paternas, un cordero por hogar ...y habiendo sido guardado hasta el catorce de este mes, el pleno de la congregación de los hijos de Israel lo degollará entre las dos tardes (Ex.12.2, 3, 6).

Dios fijó a Abib (Nisán) como primer mes del año. Según Israel es Tishrei. Según la Iglesia y el mundo es Enero. 

A pesar de ser tan claro y específico, parece que nadie pone debida atención al mandato. Los judíos siguen la tradición de sus ancianos y los cristianos, al papa Gregorio. ¿Será acaso porque ambos, judíos y cristianos… han aprendido el camino de las naciones? (Jer. 10.2) ¿Habrán sido seducidos al mirar la porción que Dios les dio a las naciones? (Dt. 4.15-19)

A partir de ese primer mes, Dios señaló las siete solemnidades que debían observarse durante el año. Cada festividad simboliza una realidad cumplida o por cumplirse. Las define el capítulo 23 de Levítico, y pueden ser sintetizadas así:

1. La Pascua: el Mesías Redentor (1Co. 5.7; 1P. 1.19). 

2. Panes sin levadura: Cena recordatoria (1Co. 11.20-26). 

3. Primicias: Resurrección del Mesías (1Co. 15.23). 

4. Panes con levadura: la Iglesia (Hch. 2.1- 47). 

5. Trompetas: el Arrebatamiento (1Co. 15.51-52; 1Ts. 4.13-17). 

6. Expiación: el Advenimiento (Mt. 24.27-31; Lc. 21.20-28). 

7. Tabernáculos: el Mesías entre los hombres (Mr. 9.2-13; Ap. 20.4,6).