1Co 11.23. El imperfecto pasivo del verbo gr. paredídeto, capta el íntimo pensamiento de Jesús en favor de quienes iba a redimir (de allí el error de traducir como aoristo fue). Este delicadísimo detalle hace percibir la abnegación del Dios Encarnado al ser entregado. Es decir, mientras era entregado (¡y Jesús sabía muy bien a qué estaba siendo entregado! →Jn 13.27; Mr 14.41-42) no estaba centrado en sí mismo, sino que en aquella angustia extrema, sus íntimos pensamientos estaban dirigidos hacia los objetos de su salvación (He 12.2). Ese verbo testifica hasta hoy de qué manera y hasta qué extremo nos ama el Hijo de Dios (Jn 3.16). 

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