Ap 13.18. El 666 es el número de un nombre (Ap 13.17-18). Cuando el nombre del Anticristo sea conocido, su gematría indudablemente será 666. Pero este número tiene una referencia mucho más profunda de, y en conexión con los misterios y secretos de las religiones antiguas que se manifestarán nuevamente durante la última gran apostasía. 

Muchos nombres pueden contener en sus letras un valor numérico que totalice 666. Hay listas que contienen decenas de esos nombres. La mayoría de ellos son ridículos en extremo, pues en lugar de confinar su gematría al hebreo o al griego (que por números no tienen signos arábicos u otros específicos), la extienden a nombres en inglés, francés, castellano, y otros idiomas modernos que utilizan figuras arábicas para su numeración.

La gematría no es un medio por el cual el nombre del anticristo puede llegar a discernirse; sino que será una comprobación y una prueba mediante la cual el nombre podrá ser identificado después que dicha persona haya sido manifestada.

El número, sin embargo, ha de ser psefizo = calculado, computado, no meramente contado o enumerado. De allí que el nombre no será reconocido solo por su gematría sino que esta será un elemento más entre los factores de su cálculo, así como lo son las letras del nombre Jesús que totalizan 888.

Si el seis (6) es el número de lo humano §170 (n.° 6), entonces el 66 es una expresión más enfática del mismo hecho, y 666 es la expresión concentrada de ello. 666 es por tanto la trinidad de la perfección humana; es decir, la perfección de la imperfección; la culminación y el sumun del orgullo humano, independiente de Dios y opuesto a Su Cristo. 

Además de esta independencia, se resalta el hecho de la imitación. Satanás es el gran imitador de Dios (¡ojalá lo fuera en cuanto a Su bondad y misericordia!). Infundirá en el Anticristo su abominable deseo de ser adorado, y así, este ser desnaturalizado,

  • Se opondrá a Dios
  • Sentándose en el templo de Dios,
  • Haciéndose pasar por Dios

(2Ts 2.4) y por esto, llegará a convertirse en el hombre (6) que quiere ser Dios (3), es decir: la abominación desoladora (Mt 24.15), el 666 .

También el 666 llegó a ser el símbolo secreto de los antiguos misterios paganos conectados con la adoración al diablo que hoy reviven bajo nombres modernos tales como espiritismo, teosofía, hinduismo, ciencia cristiana, rosacruz, dianética, etc., y los esfuerzos del gran adversario son ahora dirigidos a formar y consolidar junto con las religiones cristianas una gran y única religión ecuménica: La madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra (Ap 17.5). 

Hoy, los concilios ecuménicos claman por la unión de la cristiandad y las Conferencias llaman a la reunión de las iglesias como parte de este gran movimiento. Unidad es la gran palabra que flota en el aire. Pero esto no es sino señal de la inminente apostasía. Durante estos días finales, separación es la palabra de Dios para su pueblo y la marca de su Cristo (Ap 22.11). Unión y reunión es la marca del Anticristo.

Veamos un ejemplo significativo del 666:

Tres son los hombres que sobresalen en las Sagradas escrituras como renombrados enemigos de Dios y de Su pueblo. Cada uno está marcado con el número 6 de manera tal que no pasemos por alto su significado: