La historia de la escritura tuvo en la antigüedad momentos críticos para la correcta y fiel transmisión textual. Estos coinciden con situaciones de tránsito:
- por cambio de los materiales utilizados para la escritura (de la tablilla al papiro, y de este al pergamino),
- del sistema de encuadernación (del rollo al códice),
- o del tipo de letra (de los caracteres paleo-hebreos a los cuadrados y de los caracteres griegos unciales a los cursivos).
Los cambios operados supusieron la pérdida de versiones diferentes del texto de un mismo escrito.
La escritura cuneiforme mesopotámica se realizaba en tablillas y la copia de obras literarias muy extensas exigía un gran número de ellas. Un colofón especificaba el título de la obra y el número de la tablilla. Una palabra repetida al final de cada tablilla y al comienzo de la siguiente (custos) permitía reconocer el orden en que se debían leer.
Por otro lado, el rollo contenía por lo general el texto completo de una sola obra. Si esta superaba la extensión del rollo, se utilizaba un segundo rollo u otros varios hasta completar la escritura de la obra completa.
Un ejemplo de esto lo tenemos en el Pentateuco. Este era demasiado extenso para ser copiado en un solo rollo. Normalmente se utilizaban cinco rollos, uno por libro.
El libro de Isaías podía estar contenido en un rollo único. La colección de Megillot (Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester) eran suficientemente breves como para poder ser editados conjuntamente en uno solo. Los libros de Samuel, Reyes y Crónicas ocupaban cada uno un rollo completo. El texto griego de estos mismos libros ocupaba doble extensión, puesto que la escritura griega cuenta con los caracteres vocálicos de los que carecía el hebreo. La extensión doble del texto griego ocasionó la división actual de aquellos libros (1-2 Samuel, 1-2 Reyes y 1-2 Crónicas).
La copia de la obra completa de Crónicas, Esdras y Nehemías exigía dos rollos. Para indicar que tras Crónicas comenzaba el libro de Esdras y Nehemías, se utilizaba el procedimiento consistente en escribir al final de un rollo las frases iniciales del siguiente. Por esta razón el texto de 2 Crónicas 36.22-23 anticipa el comienzo de Esdras 1.1-3. Los tres primeros versículos de Esdras forman parte de este libro. Solo por razones de técnica editorial aparecen también al final de 2 Crónicas. El final de este libro se encuentra en realidad en 36.21 y no en el texto que sigue (vv. 22-23).
La utilización de colofones e inscriptiones era bien conocida en el antiguo Oriente. En la Biblia se pueden encontrar ejemplos de inscriptiones y colofones en compilaciones legales y en la literatura hímnica y sapiencial. Estas prácticas de los escribas suministran interesante información sobre la historia textual necesaria para futuras ediciones críticas.
Cuando un texto pasaba del antiguo formato en rollo al nuevo formato en códice se acostumbraba a reproducir el texto de la obra con todas las características editoriales propias del volumen, a pesar de que estas resultaban inadecuadas para el nuevo formato en códice. Ejemplo de esto lo tenemos en los colofones registrados en:
- La oración registrada en TM y LXX al final del Salmo 72: Aquí terminan las oraciones de David ben Isaí, constituye el colofón de la colección de salmos 42-72.
- En Job 31.40 TM y LXX añaden: Aquí terminan las palabras de Job.
- Jeremías 48.47b: Hasta aquí la sentencia de Moab y en 51.64: aquí terminan las palabras de Jeremías.
- Particularmente instructiva es la inscriptio que introduce la segunda colección de proverbios en Pr 25.1: También estos son proverbios de Salomón, los cuales transcribieron los varones de Ezequías, rey de Judá.
- Los títulos que preceden a numerosos salmos son otros tantos ejemplos de inscriptiones que deberán ser revisados en futuras ediciones críticas. 📔25