Jn 14.16, 26; 1Jn 2.1. La traducción del sustantivo griego nominativo, masculino, singular parákletos, envuelve diversos problemas de tipo lingüístico y doctrinal. Difícilmente pueda definirse con una sola palabra a la Tercera Persona de la Deidad actuando como Parákletos a favor del creyente. Esto es de fácil comprobación si uno arriesga (dentro de las limitaciones humanas), hacer una somera descripción de algunas funciones que el Espíritu Santo realiza como Parákletos en el creyente, desde su nuevo nacimiento hasta su final glorificación. Intentémoslo: Parákletos es el Engendrador (3.5), y Santificador (2Ts 2.13), también es el Persuasor (Ro. 8.38), y Guiador (Ro 8.14), e igualmente el Enseñador y Recordador (14.26), y Fortalecedor (Fil 4.13). Él es el que, como Dador y Mantenedor de la fe, nutre la esperanza, la alabanza, el gozo, la paz y el amor (Col 1.27). Es el Ayudador e Intercesor (Ro 8.26), el Defensor, Protector y el que hace Fructificar (Ga 5.22-23), y claro está, también es... el Consolador (2Co 1.3-4). ¿Cuál apelativo integrar entonces al Texto? Explicado como ha sido, no hallamos mejor propuesta que su transliteración. Por otra parte, debemos mencionar al Parácletos: JESUCRISTO, el justo, quien como abogado nos defiende de las acusaciones del diablo (1Jn 2.1).