Ester 1.20; 5.4; 7.7. Ester es el único libro de la Biblia en que el nombre de Dios no está registrado en ninguna de sus acepciones, quizá porque a causa de la desobediencia de su pueblo (Dt 31.16-18), Él quiso esconder su rostro. Sin embargo, los hechos que allí describen el fracaso del plan de Amán para exterminar a los judíos, muestran cómo el Dios de Israel, actuaba providencialmente a su favor. Así, entrelazado en un contexto profético, el nombre personal de Dios se devela como peculiar acróstico. 

  •    En 1.20, las palabras que forman el acróstico son: hi vekol hannashim yitenu (él [reino] todas las mujeres darán), y muestran inversamente el Tetragrama. 
  •  En 5.4. el acróstico está formado por: yabo hammelek vehaman hayom (vendrá mañana el rey y Amán), leyéndose al inicio de cada palabra. 
  •     En 7.7, las palabras ky kaltah elaiv har’ah (está determinado el mal contra él) muestran el nombre personal de Dios con sus letras al final de cada palabra. 

¿Cuál es el propósito de codificar en el texto sagrado esta y otras informaciones? (§143). Puede que se trate del autógrafo del Autor. Su modo de asegurarnos que, en estos particulares tiempos de dudas, en que el materialismo científico parece haber alcanzado su apoteosis, guiados como hemos sido, hasta el borde del más radical escepticismo, Él es precisamente quien dice ser, en esas páginas inefables, infalibles y exactas que Su amor nos ha legado.