Mt 1.19. El texto describe la relación entre José y María ante su notoria gravidez, y al mismo tiempo distingue entre desposorio y casamiento. El marco histórico es importante, pues para la época, el matrimonio entre judíos era asunto muy serio. No se establecía ni se disolvía a la ligera y, excepto mediante la formalidad pública del divorcio (Mt 19.7), la acción de repudio en privado era prácticamente imposible. 

José, hombre justo (esto es, celoso por la ley →Lc 1.6; 2.25), reflexiona sobre su situación. Conoce los derechos que tiene sobre su prometida desde el momento mismo del compromiso, pues ella, como novia judía, tenía responsabilidades de mujer casada. Así que, a ojos de José, su infidelidad debía ser denunciada y consecuentemente expuesta, no solo a la vergüenza pública, sino a la muerte (Gn 38.24; Dt 22.23-24). 

Por otra parte, su amor por ella, muestra, sin palabras, la intensidad de un conflicto interno que resulta en la determinación de no denunciar y, al mismo tiempo, en el propósito de repudiar en secreto. 

Pero, ¿en qué consiste el acto de repudiar en secreto? La suposición de un divorcio sin juicio público basado en la tradición judía es improbable, sino imposible de considerar (Mr 7.13); tampoco se puede suponer lo previsto en Dt 24.1, pues allí nada se dice respecto a casos de mujeres grávidas. ¿Qué intenta entonces comunicarnos el texto? Tan discretamente como los sentimientos que narra, en muy pocas palabras, nos dice que José, no denunciándola, cumplía las exigencias de su amor por ella, y repudiándola en lo secreto de su corazón, las de la ley de Dios. ¡Nobleza de alma! 

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