Lc 16.8. Parábola del mayordomo injusto. La sección de Lucas 15.1—16.12 forma un solo grupo de parábolas que tienen como tema común el uso de los bienes materiales. Es verdad que cuando se compara el cuerpo de enseñanzas de Jesús con la aprobación de la conducta de este mayordomo de la injusticia (lit.), nos encontramos ante aspectos tan extraños y adversos, que han llegado a levantar dudas respecto a la autenticidad de esta sección de la Escritura. Sin embargo, el evangelista evidentemente no parece notar incongruencia alguna, pues mediante la inserción del verbo decía (16.1) une ambas parábolas. Es importante saber además, que los mss. más antiguos y fidedignos registran el pasaje completo, sin ninguna variante, de manera que el texto ha de aceptarse como auténtico. Y quizá la principal connotación a favor de la autenticidad de esta difícil parábola, se encuentre precisamente en su tono ético discrepante, el cual ha constituido una piedra de tropiezo para comentaristas, intérpretes y predicadores. La parábola suena desconcertante porque claramente se nos dice que el mayordomo era deshonesto, y aun así, es el mismo Jesús —no el amo del mayordomo— quien lo alaba y nos lo presenta como modelo. Esta identificación del sujeto se infiere claramente por cuanto el amo del mayordomo (quien nada sabía acerca del asunto) difícilmente podía estar de acuerdo con la conducta reincidente de su siervo. En realidad, el único que está en posesión del secreto de la parábola es quien la narra. Que una parábola intrigue y sea enigmática no es desconcertante, sino más bien edificante. En muchas partes la Escritura nos presenta pasajes contradictorios (p. ej. Mr 11.13-14; Jn 7.8-10; Nm 20.8-12) siempre con el propósito de que los escudriñemos y obtengamos así el fruto de su iluminación (Pr 25.2). Por otra parte, ¿quién sino Jesús hubiera tenido el coraje de extraer una lección de sabiduría de una conducta como la del mayordomo injusto? La parábola (vv. 1-7) presenta al mayordomo de la injusticia, el cual, habiendo sido despedido, cavila y concluye ser demasiado débil para trabajar, demasiado orgulloso para mendigar. Urde entonces un plan para ser favorecido por los deudores de su amo, donde se destacan los beneficios eventualmente logrados mediante una acción injusta. El v. 8 es parentético: el Señor no alaba al mayordomo por su injusticia sino por su sagacidad, y con la perfección que lo caracteriza, Jesús (haciendo uso maravilloso de la retórica), establece un paralelismo (vv. 4 y 9) que explica la parábola: Así como (prótasis) mediante un plan injusto el mayordomo sería recibido en casa de los deudores de su amo; así vosotros (apódosis), ganaos amigos (los pobres →Pr 13.8; 19.17; Lc 19.8-9) mediante el Mamón injusto, para que cuando os falte (esto es Mamón, quien pierde su poder ante la muerte (§156) os reciban en las moradas eternas (16.22). Es notable que las dos únicas menciones de dezontai = reciban (que unen este paralelismo) ocurren solo aquí. 

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