Sal 76.10. La idea es que la fuerza y el poder del furor antisemita (inmanente en el príncipe del Cosmos y en sus naciones) habrá demostrado ser siempre inútil, y se convertirá en ocasión para que Jesús sea exaltado como Mesías con el remanente de su pueblo Israel (Dt 32.30; Sal 3.1-8; Is 24.23; Zac 2.8,12; Mt 25.31-46; Ap 3.9; en el día en que Él hable en su furor a las naciones (Is 41.1; Sal 2).