Identificar al escritor del primer libro de la Biblia presenta un mayor desafío que determinar la autoría de cualquier otro libro de la Escritura. Quienes reconocemos la inspiración verbal y plenaria de la Biblia, aceptamos sin ambages a Génesis como el primer libro de Moisés, y que él es su autor, tal como lo es el de Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Sin embargo, las particularidades textuales de Génesis, motivan la siguiente reflexión: ¿Fue Moisés su escritor autógrafo? ¿O, inspiradamente, actuó como compilador del libro? Porque en verdad Génesis presenta características textuales distintas en nomenclaturas, topónimos y símiles, así como repeticiones que indican fuentes paralelas, presentando una variedad de estilos literarios con peculiaridades lingüísticas no comunes entre uno y otro grupo. Tales diferencias permiten una revisión del concepto tradicional de una paternidad única.

La tradición oral. Esta hipótesis constituye la tradicional y mayormente aceptada, y reconoce a Moisés como autógrafo del Génesis, escribiendo bajo inspiración divina una extensa tradición oral que abarca desde la creatio ex nihilo (Gn 1.1), la conformación del Cosmos y la creación del Hombre, hasta la muerte de José en Egipto (Gn 50.26). Ahora bien, desde el punto de vista teológico, la tradición oral es generalmente conceptuada como la revelación de una verdad dada por Dios al hombre con el propósito de retransmitirla, conservarla y perpetuarla. Sin embargo, esta definición no siempre ha probado ser así, pues las Sagradas Escrituras refieren la tradición oral como algo falible, tendiente a deformarse y corromperse (Mt 23.15-18). Tal es la mención respecto a la tradición de los ancianos, que termina invalidando la Palabra de Dios (Mt 15.6). 

Por su parte, el registro escrito, preserva fielmente la verdad divina, y así lo muestra Jesús en la fórmula introductoria ¿No leísteis...? (Mt 19.4-5), prefiriéndolo a la tradición oral: guías ciegos, que decís... (Mt 23.16), y exhortándonos a no sobrepasar lo que está escrito (1Co 4.6), para que el fin de todo discurso sea: escrito está. Pero lo anterior no invalida la verdad que califica a Génesis como uno de los cinco libros de Moisés, pues en este caso él actuó como su inspirado editor deuteronómico. En no menos de 35 pasajes del Nuevo Pacto, el testimonio autoritativo del Señor Jesús y sus apóstoles confiere a Génesis carácter sagrado, indicando que Moisés realizó su compilación inspirado divinamente, sin perjuicio de que aquellos profetas que fueron desde el principio del mundo, hablaron de parte de Dios siendo guiados por el Espíritu Santo (Lc 1.70; 2P 1.21), y así lo escribieron.

La hipótesis de la preservación escrita. El descubrimiento arqueológico de las tablillas de Ebla ubica sus hallazgos en el tercer milenio antes de Cristo, confirmando una narrativa cercana al diluvio, que no solo corresponde con el contenido a dichas tablillas, sino que deriva de un registro de la misma época. Este descubrimiento arqueológico es digno de consideración toda vez que es posible comprobar que el libro del Génesis está conformado por una serie de testimonios particulares, con nomenclatura, puntos explicativos y comentarios editoriales insertados posteriormente. La integración de Génesis a los restantes libros del Pentateuco teniendo a Moisés como inspirado editor deuteronómico del primer libro, explica por qué este libro debe ser reconocido y aceptado como el primer libro de Moisés, sin que este necesariamente haya sido su autógrafo

El examen minucioso de las tablillas de arcilla halladas en Ur, una de las ciudades más antiguas del país de los caldeos (actual Irak), muestra algo sumamente interesante y revelador. Exhibe primeramente a dos grupos de tablillas. Las más recientes se presentan como nuestros ensayos hoy día, con el título y el autor en su parte superior. Las más antiguas muestran su diferencia en que, tanto el título como su autor están en la parte inferior, tal como la firma de una carta actual, en la cual el material escrito precede al nombre del autógrafo. Observando el texto de Génesis, se nota en diez oportunidades el uso de la palabra toldot, la misma que podría considerarse como la firma de las tablillas más antiguas. Esta frase es a menudo traducida como estas son las generaciones de o esta es la historia de (dependiendo de la versión). ¿Acaso estas frases actúan como bisagras de cierre de las tablillas? Los puntos de referencia donde la historia de Génesis se desenvuelve en dos sefer (escrituras) toldots (genealogías) de los cielos y la tierra (Gn 2.4); y de la humanidad (Gn 5.1). Es necesario recordar que, más tarde, durante la configuración y división del texto en capítulos y versículos, la frase estas son las generaciones de se remitieron al principio del pasaje, cuando en realidad estaban al final de la tablilla. Tal es la razón por la cual muchos versículos se subdividen en « y «. Así, el registro de: 5.1 Esta es la escritura de las generaciones del hombre motiva la pregunta: ¿Podía Adam escribir? Si nos remitimos expresamente a la evidencia interna, ¡definitivamente sí! El registro de la palabra hebrea sefer (libro, escritura) en su línea de cierre (2.4; 5.1) y las nueve menciones de toldot se acercan más a una transmisión escrita que oral. Y si estos testimonios se relacionan con la rúbrica del autor, ¿quién, entonces, escribió Génesis 1.1—2.4a? Porque el único testigo del prodigio de la creatio ex nihilo es Dios mismo. Obviamente, el mismo que escribió los diez mandamientos en tablas de piedra. Solo Él, sin duda, es capaz de escribir respecto a su creatio ex nihilo y acerca de esos seis primeros días de la reorganización del Universo (He 11.3 nota). Si el texto del Génesis está conformado por una serie de testimonios escritos por los firmantes de cada tablilla, tenemos entonces una respuesta lógica para los distintos estilos literarios, así como para otros nombres de la Deidad, y sobre todo, para un registro tan detallado y exacto de diálogos y descripciones. La transmisión de las tablillas puede trazarse desde Adam a Lamec (pues se conocieron) y de este a su hijo Noé. Es lógico suponer que Noé, al recibir las tablillas para su custodia, escribiera la suya propia y sus hijos añadieran las suyas, haciéndolas llegar a Abraham a quien conocieron. Como testigos de la historia, las tablillas permanecieron en manos de los patriarcas, para terminar, o en la biblioteca real de Egipto por mano de Jacob (a través de José), o de los mismos patriarcas que estaban en posesión de ellas. Obviamente, las tablillas, preservadas milagrosamente por más de dos milenios, llegaron a manos de Moisés como príncipe de Egipto. De allí que cierta fraseología egipcia resultara al copiar Moisés su texto en rollos (probablemente antes del Éxodo), siendo divinamente inspirado para trasvasar y recopilar la preciosa información. 

La hipótesis de las tablillas apela al sentido común por cuanto: 

a. Se ajusta a la data conocida. b. Acepta razonadamente su pluralidad autográfica. c. Explica las diferencias de estilo literario y su terminología egipcia. d. Coincide con los hallazgos arqueológicos de las primeras tablillas en Sumeria. Pero sobre todo, e. justifica por qué Génesis es uno de los libros de Moisés. Él fue responsable de trasvasar y editar el texto de las tablillas al papiro, y aunque es verdad que no sabemos si aún existen, es evidente que la edición fue realizada con éxito. De esta forma, así como cualquier obra literaria puede incluir palabras de distintos autores y permanece asociada a su editor, así lo es Moisés. Pero Génesis registra una autoría escrita directa que trasciende al tiempo, que comienza con la creación del Universo: B’reshit baraj...