YHVH... Durante la lectura del texto sagrado, la Masorah exige eludir ciertas palabras del texto escrito, cambiándolas por vocablos distintos. Esta fórmula, denominada Ketib (lo escrito) Qere (lo leído), es mencionada en la literatura rabínica del medioevo, pero sus anotaciones derivan de un período más reciente (§6). En virtud de que los judíos no pronuncian el nombre personal de Dios, el uso del Ketib-Qere dio origen a la transformación del nombre personal de Dios, el cual llegó a ser vocalizado según se encuentre cercano a Adonai o Elohim

Sin embargo, la grafía Yehovah = Jehová surgió por la inserción arbitraria de vocales en el Tetragrama realizada en la Edad Media por la iglesia católica romana. Con la trascripción de las cuatro consonantes hebreas יהוה que conforman el nombre propio del Dios de Israel (YHVH) damos por resuelto el antiguo e intrincado problema reconociéndolo por lo que hasta ahora ha sido: la traducción de un nombre aparentemente prohibido. 

El argumento de que durante la lectura de las Sagradas Escrituras el nombre personal de Dios no podía pronunciarse y por tanto debía ser reemplazado por Adonai o Elohim es insostenible por cuanto no es lo que la Biblia dice. El texto registra יהוה = YHVH, y quienes conocen el lenguaje hebreo lo saben. Pero la gran mayoría de lectores no tienen tal conocimiento, y así, las resonantes proclamas que incluyen el nombre personal de Dios han sido cambiadas por sus títulos, con lo cual pierde todo su vigor. YHVH es el nombre con que Dios quiso ser llamado durante su Plan de Redención, desde el Éxodo hasta el Gólgota (Ex 6.2; Jn 19.30). Su etimología muestra características que, de manera exclusiva, son inherentes al Pacto Mosaico. Así debe ser entendida la omisión YHVH a los patriarcas (Ex 6.3) y el nuevo nombre del Resucitado (Hch 4.10-12). 

Igualmente importante es de apreciar el hecho que, aunque en su sentido primario YHVH significa el que es lo que es, es decir, el Eterno Yo Soy el que Soy (Jn 8.58), su forma original Yavah (de donde se forma Yavéh) conlleva un sentido temporal: llegar a ser, es decir, Yo seré el que seré, indicando una revelación progresiva del Nombre. Esto se hace evidente porque el tetragrama YHVH, aunque registrado en el TM más de seis mil veces, no aparece ni una sola vez en el NP, mientras que, por su parte, el nombre JESÚS = YHVH-salva (Sal 3.8), devela la divina esencia y el propósito de Aquel que llegaría a ser conocido por su obra redentora, ya que... fuera de Él (JESÚS) no hay quien salve (Is 43.11; Mt 1.21). Otra manera de escribir YHVH es la forma abreviada יה = YH . La encontramos mayormente en el libro de los Salmos formando parte de la conocida expresión hebrea aleluya que significa Alabad a YH. Asimismo, aparece incluida en el significado de algunos nombres hebreos (p. ej. Miqueas →Jer 26.18).