Mal 3.8-9. Este es uno de los casos particulares en los cuales la Vorlage de la LXX destaca su superioridad, reflejando la lectura original: ¿Engañará el hombre a Elohim? Porque vosotros me habéis engañado. Pero decís: ¿En qué te hemos engañado? En que los diezmos y las primicias están aún con vosotros. Solo miráis por vosotros mismos, a Mí me engañáis, y la nación ha llegado a su fin. El TM registra (y así es traducido en todas las versiones de la Biblia): Malditos sois con maldición. Pero esta lectura es el resultado de una doble reedición del original. El primer cambio lo hicieron los soferim (marcado como una de sus enmiendas), y registra: Me habéis maldecido con maldición. Posteriormente los escribas masoretas, haciendo un ligero cambio en las consonantes hebreas (ne en vez de me) convirtieron en activa (malditos) la pasiva (maldecido). 

Ahora bien, observando cómo este y otros pasajes que tocan el tema del diezmo están siendo utilizados en la perversa comercialización del Evangelio, y en consideración a las circunstancias por las cuales actualmente transita la Iglesia de Dios, hemos sentido la urgencia de explicar este sencillo, pero incomprendido pasaje de la Escritura. Es importante entender que, tanto la exigencia como el pago del diezmo es pecado. ¿Por qué? Simplemente porque, si consideramos que el diezmo es tan solo uno de los 613 mandamientos de la ley, y recordamos que mediante cada uno de ellos, los que por la ley intentan ser declarados justos, son desligados de Cristo y han caído de la gracia (Ga 5.4), apartándose de la fe, y todo lo que no proviene de fe, es pecado (Ro 14.23). 

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