Gn 24.2, 9; 32.25; 47.29 muslo... Gn 32.32 nervio... Gn 32.10 cayado... Gn 47.31 bordón... El gesto solemne de poner la mano bajo el muslo de aquel a quien se le hacía un juramento era una promesa de lealtad a los deseos del que tomaba el juramento, tan segura, como la vida de la persona que lo prestaba. Refiere el ritual para un juramento solemne de alguien que ve la muerte inminente. Aunque no se conoce el sentido preciso del gesto, se puede inferir que realza lo sagrado de un juramento. Esta acción se hacía cuando un superior ponía bajo juramento a un inferior que le debía obediencia, como un amo a su sirviente (Gn 24.2, 9) o un padre a su hijo (Gn 47.29).  En el caso de Jacob y José, la preocupación de aquel, al final de sus días, se centraba en el lugar de reposo de sus restos. Quería ser enterrado en Canaán pues era la  tierra prometida (Gn 28.13-15), símbolo del Cielo, esa mejor patria de la que narra el autor de Hebreos (11.14-16). Jacob estaba seguro, por la fe (He 11.21), de recibirla, por eso adoró en el extremo de su bordón (Gn 47.31). Porque cuando luchó con el Ángel en Peni-El, alcanzó misericordia (Os 12.3-4) siendo bendecido por Elohim al cambiar su llamado de terrenal a celestial.  Aunque Jacob reconociera ser indigno de las misericodias de Dios y estuviera agradecido por los favores recibidos (Gn 32.10), el Ángel tocó el encaje de su muslo (a la vista de los resultados de la cojera, se puede entender la articulación de la cadera) y lo descoyuntó, para que pudiera conocer la debilidad de su fuerza humana, cambiando así la posición de debilidad a la de aferrarse a Dios (Gn 32.24-32). Cuando fue así transformado, Elohim cambió su nombre de Jacob (suplantador) al de Israel (§235).  Y es con el nombre de Israel, que a la hora de morir, llamó a su hijo José (tipo de Cristo) para pedir misericordia y el favor de no dejarlo en Egipto (tipo del mundo) por la gracia hallada ante sus ojos.