1Ti 3.4, 5, 12; 5.17. Interesa aquí el verbo proistemi y su traducción clásica gobernar. Considerando sus significados por una parte, y el contexto por la otra, surgen elementos de juicio que pueden resultar en una traducción más equilibrada. Ya de entrada, apreciamos varias acepciones del verbo, tales como: ponerse a la cabeza de; ir primero (en el perfecto); presidir (pero en el sentido de conducir o guiar); sobrepasar (Platón); estar delante de alguien (pero para protegerlo), de donde surge el sentido de ayudar o unirse a; o quizá más exactamente definido como proteger, representar, cuidar, auxiliar, auspiciar; estar al cuidado de; preocuparse de, involucrarse en. «Si tan solo él cuidara bien su propia casa» (Jenofonte). 

En el NP se utiliza ocho veces (todas en forma intransitiva) que ocurren en el corpus paulino y cubren los anteriores significados. En cada caso, el contexto muestra la importancia de cuidar de, ya que este cuidar de constituye la obligación de todos los miembros que, mediante una vida de sacrificio (Fil 3.17) y ejemplo, cuidan de la iglesia. En Ro 12.8, el que cuida de los demás es una frase antecedida y precedida por expresiones que se refieren a obras de amor fraternal: el que comparte, con generosidad; el que cuida de los demás, con dedicación; el que hace misericordia, con alegría. Vemos así a un grupo de personas equipadas por el Espíritu para la tarea primordial de cuidar de los demás. Similar a 1Ts 5.12:  Y os rogamos, hermanos, reconocer a los que trabajan entre vosotros, y tienen cuidado de vosotros en el Señor, y que os amonestan. De acuerdo con el contexto, la tarea es en gran medida la del cuidado pastoral, y el énfasis recae, no sobre el rango de autoridad jerárquica, sino en el esfuerzo manifestado en beneficio de los creyentes. En las Pastorales, donde el verbo (especialmente el participio) ocurre repetidamente, se mantiene presente la idea de ofrecer dirección y cuidar. Es en este orden de ideas que gobernar (1Ti 3.5), lleva implícito el concepto de guiar, y de allí, nuevamente, el de cuidar. Más adelante, en 1Ti 3.12 se describe a los buenos diáconos como aquellos que cuidan bien (gr. proistamenoi) de sus propias casas. 

1Ti 5.17 muestra que la referencia no apunta solamente al buen gobierno de los ancianos, sino especialmente al ejercicio de un cuidado fraternal sincero por las almas. La segunda mitad del v. hace de su diligencia en este cuidado el criterio predominante en todos los casos. En el NP, el verbo tiene el sentido primario de ofrecer dirección y de cuidar. 

Igualmente interesante es el uso del infinitivo de proistemi en Tit 3.8, 14, y su traducción: ocuparse, empeñarse, poner empeño. «Los que han creído a Dios procuren ocuparse en buenas obras». En virtud de que en un contexto más amplio (Mr 10.42-45; Lc 22.24-27; Hch 20.28-30; 1P 5.1-3), este concepto se sugiere de manera consistente y permanente, nos luce entonces que aquí, el sentido de gobernar se debilita ante el de cuidar. Consecuentemente, creemos que proistemi puede recibir una traducción más apropiada con vocablos tales como cuidar o guiar

En relación a 1Ti 3.5, es oportuno mencionar que la palabra que le sigue (cuidar, atender, mirar por, auxiliar, socorrer), lejos de quedar superpuesta, más bien intensifica y expande la idea, dado que en el contexto de la Epístola (en la que el autor amonesta y previene respecto a falsas enseñanzas y doctrinas) la función de estos servidores está íntimamente ligada a un sentido de protección. Siendo así, el vocablo acoger sea quizá el que mejor refleja la intención del pasaje. 

De esta forma, la propuesta el que anhela cuidar de los demás (1Ti 3.1-2) queda justificada por lo anterior y por las inefables palabras del Hijo de Dios: Sabéis que los que suponen gobernar a las naciones se enseñorean de ellas, y los magnates de ellas ejercen despóticamente su autoridad sobre ellas. Pero entre vosotros no es así, sino que quien quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, será esclavo de todos, porque ni el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos. (Mr 10.42-45).