Mr 16.9-20. Los mss. griegos que existen en la actualidad, registran cuatro finales distintos para este Evangelio:
a. En el primero, los doce últimos vv. (9-20) del texto están ausentes de los mss. griegos más antiguos y fidedignos, como son los códices Sinaítico (א) y Vaticano (B), el códice Bobiensis (del tipo de texto Latino Antiguo), el manuscrito Siríaco Sinaítico, unos cien mss. armenios, y dos mss. antiguos georgianos (del 897 y 913 d. C.). Clemente de Alejandría y Orígenes no muestran conocimiento de la existencia de estos versículos, y Eusebio y Jerónimo aseveran que el pasaje está ausente en casi todas las copias griegas de Marcos conocidas por ellos. La forma original de las secciones de Eusebio (descritas por Ammonio), no hace provisión para las secciones numeradas del texto después de 16.8. Algunos mss. que contienen el pasaje, tienen notas del escriba declarando que algunas copias antiguas griegas no lo registran; y en otros mss., el pasaje está marcado con los llamados obeli (signos convencionales utilizados por los escribas para indicar una adición no genuina en un documento).
b. En el segundo, varios mss. (incluyendo cuatro mss. griegos unciales de los siglos VII, VIII, y IX, el texto Latino Antiguo, el margen del Harcleano Siríaco, algunos mss. saídicos y boaíricos, y no pocos mss. etíopes) continúan después del v. 8 de la siguiente forma (con variaciones insignificantes): ... pero ellos informaron brevemente a Pedro y a los que estaban con él, todo lo que se les había dicho. Y después de esto, Jesús mismo mandó a través de ellos, de oriente a occidente, la sagrada e imperecedera proclamación de salvación eterna. Todos estos mss., también incluyen a continuación los vv. 9-20.
c. En el tercero, el final tradicional de Marcos (tan familiar a través de las versiones basadas en el TR), está presente en un enorme número de mss., incluyendo los códices Alejandrino, Efraemi Rescriptus y Beza Cantabrigiensis. En los escritos patrísticos, los últimos mss. en separar el final largo son Ireneo y el Diatessaron. No hay certeza de que Justino Mártir estuviera familiarizado con el pasaje; en su Apología (i.45), él incluye cinco palabras que se producen en una secuencia diferente (16.20).
d. En el cuarto, el final tradicional de Marcos también circuló durante el siglo IV de acuerdo al testimonio de Jerónimo, en una forma expandida (preservada hasta hoy en el códice Washingtonianus) que, después del versículo 14, incluye:
Y ellos se disculparon, diciendo: Esta época de desorden e incredulidad está bajo Satanás, quien no permite que la verdad y el poder de Dios prevalezca sobre las cosas impuras de los espíritus. Por ello, revela tu justicia ahora. Así hablaron a Cristo. Y Cristo les respondió: El período de años del poder de Satanás ha sido cumplido, pero otras cosas terribles se acercan. Y para aquellos que han pecado, fui entregado a la muerte, para que se vuelvan a la verdad y no pequen más; a fin de que puedan heredar la gloria de justicia espiritual e incorruptible que está en el cielo.
Ahora bien, ¿cómo deberá ser evaluada la evidencia de cada uno de estos finales? Es obvio que la forma extensa del final largo no tiene evidencia de ser original. No solo su respaldo externo es extremadamente limitado, sino que la expansión contiene palabras y expresiones que no son de Marcos, así como otros términos que no se mencionan en ninguna parte del NP. Esta expansión contiene en sí misma un evidente sabor apócrifo. Probablemente se trate de la labor de un escriba del segundo o tercer siglo, quien pretendió suavizar la severa amonestación a los once en 16.14. El final más largo, aunque es corriente en una variedad de mss. (algunos de ellos antiguos), debe ser considerado como secundario, a causa de la siguiente evidencia interna:
a) El vocabulario y el estilo de los vv. 9 al 20 no son de Marcos.
b) La conexión (16.8—16.9-20) es tan desmañada y torpe, que es difícil aceptar que el evangelista tuviera la intención de que tal sección fuera una continuación de su Evangelio:
1. El sujeto del v. 8 son las mujeres, mientras que Jesús es el supuesto sujeto en el v. 9, donde también se identifica a María Magdalena, aunque ella es nombrada unas líneas antes (15.47; 16.1).
2. Las otras mujeres (vv. 1-8) son ahora olvidadas.
3. El uso del participio aoristo activo anastás = habiendo resucitado, es extraño a la voz pasiva que describe la resurrección. Invariablemente, el Texto Sagrado afirma que los muertos son resucitados.
4. Igualmente espurio es el ordinal próte = primer (v. 9) señalando el día de la resurrección. Los cuatro evangelios (Jn 20.1; Mt 28.1; Mr 16.2; Lc 24.1) invariablemente registran el cardinal mían = uno.
5. Finalmente, la posición de primer día, pudiera ser apropiada al principio de una narrativa comprensible, pero está fuera de lugar dentro de la continuidad en la sección que antecede (vv. 1-8).
En resumen, todas estas características indican claramente que la porción fue añadida por alguien que conocía una forma de Marcos, la cual, a su parecer, finalizaba abruptamente con el versículo 8, y pretendió suplir una conclusión más apropiada.
En vista de las inconsistencias entre los vv. 1-8 y 9-20, es muy poco probable que el final largo fuera compuesto ad hoc para llenar un vacío evidente; es más probable que dicha sección fuera extraída de otro documento, que data quizá de la primera mitad del segundo siglo. Es indudable que la evidencia interna del final corto, está en contra de su originalidad. Además de contener un alto porcentaje de palabras que no son de Marcos, su tono retórico difiere totalmente del estilo llano del evangelista.
Finalmente, debe observarse que la evidencia externa para el final corto, se presenta a sí misma como un testimonio adicional que respalda la omisión de los vv. 9-20. Nadie que hubiera tenido disponible, como conclusión del segundo Evangelio, los doce versículos (9-20), tan ricos en material interesante, los hubiera reemplazado deliberadamente por cuatro líneas de un resumen descolorido y generalizado. Por ello, la evidencia documental que soporta (b.) debe añadirse a la que soporta (a.). De manera que, sobre la base de una buena evidencia externa, y de fuertes consideraciones internas, es evidente que la forma más acertada del Evangelio según Marcos es la que finaliza en 16.8. (B. Metzger).