Sal 150. Los Salmos concluyen con una maravillosa descripción instrumental. Cuerdas, viento, y percusión: La palabra cede el puesto a la música, e implícitamente la Escritura aprueba el recurso humano que tempera y armoniza los sonidos del universo. Mediante la música se encomiendan los sentimientos más puros, compensando misteriosamente limitaciones de las palabras.
La gigantesca y gloriosa tradición de música instrumental del Salterio empalma con este último salmo, y así, tañendo bien y con júbilo, los instrumentos musicales estilizan los sonidos, los ordenan en ritmo y armonía para presentarlos ante el Dios de Israel en una maravillosa ofrenda para su honra y su gloria.