Mt 22.32. Ciertos tiempos verbales determinan verdades inestimables: El ejemplo es de Mt 22.31-32: Pero acerca de la resurrección de los muertos, ¿no leísteis lo dicho por Dios a vosotros, cuando dice: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? No es Dios de muertos, sino de vivos. La elección de Éxodo 3.6, es enigmática. ¿Cómo, con tal pasaje, pretendía Jesús demostrar la resurrección de los muertos? Ya de entrada, vemos cómo el Maestro dirige la atención de los saduceos hacia la Escritura (¿no habéis leído?). Y esto solo es posible observando el tiempo presente del verbo ser, ya que la porción se refiere a un tiempo en que Abraham, Isaac y Jacob ya habían muerto. No obstante, Dios no le dice a Moisés Yo fui... sino Yo soy. ¡Y eso es todo! Así, todo el asombroso poder de la resurrección de los muertos se evidencia por medio de la simple —¡pero cuán importante!— aplicación del tiempo de un verbo. Dicha construcción gramatical es además resaltada como ejemplo para no errar ignorando las Escrituras (v. 29).

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