Jn 10.18; 19.30. La muerte no le arrebató el espíritu a Jesús. Él lo entregó. La secuencia de la acción es igualmente importante. El participio habiendo inclinado es anterior a entregó. Al morir, Jesús primero inclinó la cabeza, después entregó el espíritu, mostrando así su autoridad sobre la muerte. La primera acción determina la aprobación de Jesús para que la muerte pudiera tocarlo (10.17-18); contrario a lo que ocurre con todos los demás mortales: Después de arrebatarle el alma (al expirar), la muerte obliga al hombre a inclinar su cabeza.