Nota especial § 324. cabeza...

Escrito el 17/02/2020
Propuesta BTX V edición


(Propuesta para la BTX V)

 

1 Corintios 11.3 cabeza... El v. 3 presenta dificultades de interpretación, en el sentido de si existe o no una cadena de mando jerárquica entre las Personas de la Deidad. Un error aquí resultaría catastrófico para la recta comprensión del resto del pasaje. Pablo presenta uno de los tres modelos de interrelación entre Dios y el ser humano registrados en la Sagradas Escrituras.

Detallamos en los esquemas adjuntos cada uno de estos:



Modelo 1: Comienza el día sexto de la creación y termina antes de la caída: el día en que Elohim creó al hombre, lo hizo a imagen de Elohim. Macho y hembra los creó, y los bendijo, y los llamó Adam el día que fueron creados (Gn 5.1b-2), donde al llamarlos por el mismo nombre, ambos, hombre y mujer son considerados iguales delante del Creador.

Modelo 2: Luego del engaño por parte de la serpiente y la desobediencia (de ambos), Elohim dicta irremediablemente sentencia sobre tales actos. Primero, a la serpiente. Luego, a los Adam. Pero, antes de hacerlo a estos últimos, pronuncia en su misericordia, la solución que vendría en el tiempo señalado (esto es, Cristo →Gn 3.15) para que las consecuencias de dominio, fatiga y muerte de tal desobediencia no fueran por la eternidad. Así pues, por el castigo, la mujer es degradada frente al hombre (haciendo que su deseo sea hacia su marido y siendo dominada por él →Gn 3.16b). Este modelo inicia después de la caída y acaba (únicamente para el creyente llamado a pertenecer al Cuerpo de Cristo) con la nueva creación en Cristo Jesús (Ef 2.8-10).

Este modelo es el mismo que Pablo plantea en el verso 3 (y también el mismo de 1Ti 2.5-6, 11)



EL v. 3 no plantea una jerarquía entre las Personas de la Deidad (porque no existe tal →Jn 17.5, 10, 11b, 21-22), sino la expresión del Plan Jesucristo (obra redentora) como puente de reconciliación entre el ser humano y Elohim (1Ti 2.5-6), dándole al hombre la oportunidad (entre los muchos beneficios inmerecidos) de presentarse ante el Trono de Dios para el juicio final después de la resurrección (Ro 2.2).

Por otro lado, es indiscutible que, a lo largo de la historia, el hombre ha dominado (y domina todavía) a la mujer. En la ley de Moisés se contempla un precio por rescate inferior para el sexo femenino (Lv 27.1-7). Sin embargo, podemos constatar a través de las Escrituras que, por parte de la Divinidad (esto es, en su trato hacia la mujer) no existe tal diferencia. Ejemplos de esto lo tenemos en el Viejo Pacto con las hijas de Zelofejad (Nm 27.1-11), la jueza Débora (Jue. 4) y la mujer de Manoa, madre de Sansón (Jue 13); y en el Nuevo, en la manifestación directa y franca de Jesús como Mesías a la samaritana (Jn 4), la amistad del Salvador con Marta y María, hermanas de Lázaro (Jn 11.1-2; Lc 10.38-39) y la aparición a María Magdalena del Señor resucitado antes de subir al Padre (Jn 20.11-18).

Modelo 3: Es de resaltar la ausencia del adjetivo toda (que precede al sustantivo varón) junto al sustantivo mujer, indicando así que existe otra opción de cabeza para ella; porque ahora en Cristo, según el plan de salvación descrito en Ro 8.28-30, por el supremo llamamiento (Fil 3.14b) existe otra forma de interrelación: la nueva creación (2Co 5.17; Ef 2.10). De manera que ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni hembra, porque todos nosotros somos uno en Cristo Jesús (Ga 3.28). Así pues, la mujer y el hombre que están en Cristo Jesús forman parte de la Iglesia: Su cuerpo. Y si ambos forman parte de Su cuerpo, ambos tienen una misma Cabeza: Cristo (Ef 1.22; 4.15-16; 5.23b; Col 1.18a).

No hay duda de que Pablo utiliza la palabra kefalé = cabeza de dos maneras en este pasaje: 1. literal y como 2. metáfora



Traductores y eruditos bíblicos concuerdan en la clasificación a seguir, pero llegado al verso 10, se equivocan (por la tradición de la traducción) dándole un valor literal a kefalé. Así pues, queriendo mantener, a toda costa, el dominio del hombre sobre la mujer comienzan las adiciones de palabras (tales como señal) y los cambios en el significado de vocablos (como por ejemplo para el sustantivo exousia autoridad por el de sujeción y del artículo definido la de cabeza por el posesivo su), tratando de adjudicar al pasaje un sentido “lógico” aunque este, tergiversado, silencia a la mitad del Cuerpo. Pero si se considera a kefalé como metáfora, el pasaje cobra sentido y armonía en su totalidad.