En contraposición al uno, que excluye toda diferencia, el número dos expresa duplicidad, es decir, hay otro. Esta diferencia puede ser positiva o negativa. Algo puede diferir del mal y ser bueno; o diferir del bien y ser malo. En consecuencia, el número dos tiene un doble significado, por cuanto según sea su contexto, tiene significados ambivalentes. Si tomamos el caso del Señor Jesús, aceptó con gozo ser segundo: El Padre es mayor que Yo, dijo agradado. Y en muchas ocasiones manifestó su total dependencia del Padre. De Él está escrito que no quiso, por usurpación, ser igual a DIOS (Fil 2.6), en contraposición al traidor Lucero.
El número dos es el primer número que acepta ser dividido, y por ello en todos sus usos es posible trazar la idea fundamental de división o diferencia, aunque diferente en carácter, puede ser en testimonio y amistad (Jn 5.30-32). Un segundo que entra en acción puede ser para ayuda y liberación, pero ¡ay! cuando este segundo concierne al hombre, pues testifica respecto a su caída, y a menudo denota una diferencia que implica oposición, enemistad y opresión. Cuando la Tierra cayó en caos y vacuidad (presumiblemente por la rebelión de Lucero y sus ángeles), con la subsecuente manifestación de la tiniebla (Gn 1.2), el primer acto relacionado del tiempo (día uno) fue el mandato para que la luz trascendiera (Gn 1.3), dividiendo luz y tiniebla. Pero el segundo día fue característico de una segunda división que separó las aguas, en el cual nada se dice acerca del agrado divino. Así, en línea general, en cualquier enumeración bíblica, lo segundo casi siempre está marcado por un sello de aversión u oposición. Este significado se mantiene a través de todo el texto bíblico, excepción hecha, claro está, de la compaginación de libros, capítulos, secciones o versículos realizada por editores no inspirados. Volvamos al principio del Génesis, donde la primera oración (1.1) habla de una creación perfecta pero la segunda (1.2) de ruina y desolación: el primer verbo de la Biblia es crear mientras que el segundo es caer.
El número dos es también símbolo de enemistad. En la quíntuple división del libro de los Salmos, el segundo libro (42—72) comienza con la opresión del enemigo (42.9), el gran tema de este Salmo, de todo el segundo libro, y ¡del segundo Salmo de cada uno de los libros restantes! (Libro I: Sal 2.1-3; Libro II: 43.1-2; Libro III: 74.3-23; Libro IV: 91.1-16; Libro V: 108.6, 12).
Introducción a la numeración bíblica: §170.