El número señorial. Como el siete es el número sabático, o el número de descanso, así el ocho se puede llamar el dominical. Siete expresa el reposo en Cristo: ocho la resurrección a la nueva vida y a la gloria en Él. Se puede agregar que esta inferencia no es producto de una mística o recóndita meditación, sino de la simple asociación de ideas. El octavo día es el día de la circuncisión; es el gran día de la fiesta solemne de los Tabernáculos (fecha del nacimiento del Mesías) y, sobre todo, es el día de la resurrección, el día del Señor de la Iglesia. Además, el nombre de Jesús, representado correspondientemente en sus letras griegas, tiene por gematría 888, contrario al connotado 666 número de su opositor.

En Hebreo el número ocho es sh’moneh, de la raíz shah’meyn, que significa hacer engordar, cubrir con grosura, superabundar. Como participio significa uno que abunda en fuerza. Como sustantivo es superabundante fertilidad, aceite y como numeral, al ser el primer número cúbico (2 x 2 x 2), es el número de la superabundancia. 

Así como el siete fue el día indicado para la compleción de la obra de Dios, así el 8, como día octavo, está por encima de este término perfecto, y es, al mismo tiempo, el primero de un nuevo ciclo. De manera que representa al mismo tiempo dos números en uno: el octavo y el primero.

Tal como hemos visto la conexión existente entre el seis y el siete, tenemos que resaltar ahora la maravillosa relación entre el siete y el ocho cuando ambos números están unidos. Siete, de acuerdo a su tipología, significa aquello que es espiritualmente completo y satisfactorio, en tanto que ocho denota lo que es superabundante hasta la saciedad. Y es con tales distinciones que encontramos estos números asociados. Notemos que los pactos con Abraham fueron ocho: siete antes de que Isaac fuera ofrecido en sacrificio, y el octavo después de que en sentido figurado lo recibiera de entre los muertos (He 11.19). Ellos son: 

- Soberanía (Gn 12.1-3); 

- La simiente (12.7); 

- Seguridad (13.14-17); 

- La tierra (15.13-21); 

- La gracia (17.1.22); 

- Imperfección (18.9-15); 

- Promesa (21.12); 

- Bendición (22.15-18).

Un ejemplo que mueve a perplejidad (en la relación 7-8), está en la contradicción (aparente) de 1Cr 2.13-15 y 1S 16.10-11, en las cuales David aparece en uno como séptimo, y en otro como octavo de los hijos de Isaí. Varias teorías se proponen para esta discrepancia, todas ellas dentro del campo de los posibles errores de transcripción, pero ninguna, a nuestro entender, satisfactoria. Pero si estas diferencias son consideradas mediante la tipología y numeración bíblica, de inmediato surge con maravillosa claridad un doble propósito marcado por el 7 y 8. David mismo, habiendo sido hallado conforme al corazón de Dios (1S 13.14), fue ungido como Rey hasta finalizar su reinado. Tal lapso de vida presenta a David como el séptimo hijo de Isaí. Como octavo lo percibimos en los derechos del príncipe (Ez 34.2; 44.1-3; 45.7,17; 46.8-12), donde se muestra como Príncipe resucitado (8), cumplidas también en él, las palabras no permitirás que tu santo vea corrupción (Sal 16.10); y en el Salmo que compuso para él mismo, dedicado a la inauguración de la Casa de Dios durante el milenio.

David como tipo de Cristo el Rey, quien vino justo y salvador (Zac 9.9), a terminar la Obra del Padre (Jn 4.34), estando este primer ministerio signado por el número 7. Y el octavo, al resucitar y regresar en su segunda venida como Rey de reyes y Señor de señores. Habiéndonos referido al 8 como símbolo de resurrección y nueva creación, es oportuno acotar que este número se menciona ocho veces en el Nuevo Pacto, bien para referirse al octavo o al primer día de la semana. 

Veamos otros ejemplos:

  • Ocho personas fueron salvadas en el arca, (maravillosa ilustración de Aquel que es la resurrección y la nueva creación →Gn 6.18; 1P 3.20). 
  • Todo varón debía ser circuncidado en el octavo día (Gn 17.14). Esto marcaba su nuevo comienzo bajo el Pacto de Dios.
  • Ocho veces es mencionado en el Nuevo Pacto Bet-Léjem de Judea, lugar de nacimiento de Cristo.
  • El octavo terremoto tendrá lugar cuando Cristo retorne, significando un nuevo comienzo.
  • Cristo resucitó el primer día de la semana que es el octavo . 
  • La Biblia, en forma prodigiosa, registra ocho resurrecciones individuales (2R 4.32-35; 13.21; Mt 9.25; Lc 7.12-15; 24.1-8; Jn 11.43-44; Hch 9.36-41; 20.9-10). 
  • Después de resucitar, Cristo apareció a sus discípulos siempre en el primer (octavo) día de la semana.
  • También la Iglesia fue establecida un octavo día. 
  • La Iglesia debe reunirse cada octavo día para partir pan (Hch 20.7; 1Co 11.20).

Si ocho es símbolo de resurrección, y Jesús dijo: Yo soy la Resurrección y la Vida (Jn 11.25), ¿no deberían ambas verdades estar unidas por factores numéricos? Comprobémoslo. Con ocasión del nacimiento de Cristo, el ángel habló a José diciendo: ... y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS (Mt 1.21).

Pudimos observar la significativa gematría del Nombre (888). Ahora bien, este número es el más prodigioso número jamás registrado en el Texto Sagrado, pues sus factores numéricos 3 x 8 x 37 = 888 explican cuán sublime es el Nombre que nos ha sido dado para que en Él podamos ser salvos: El Nombre que es sobre todo nombre. El tres como número de perfección divina, el ocho como símbolo de resurrección, vida y nueva creación, y las admirables cualidades del 37 como expresión del Logos de Dios.

Volviendo a nuestro encabezado, veamos ocho distintos nombres del Señor y su gematría. 

Gematrías de algunos nombres del Señor
Jesús

Ἰησοῦς

888 8x111
Cristo

Χριστός

1.480 8x5x37
Salvador

σωτὴρ

1.408 8x88x2
Señor

κύριος

800 8x2x50

Nuestro Señor

τὸν κύριον ἡµῶν

1.968

8x6x41

Jesús se califica a sí mismo como el Hijo del Hombre (υἱὸς τοῦ ἀνθρώπου), título que ocurre 88 veces, y su gematría es 2.960 = 8 x 5 x 74. Él también dijo: Yo soy la Verdad (ἀλήθεια) cuya gematría es 64 = 8 x 8. Así pues tenemos en este número un diseño y un designio que en sí mismo testifica de la verdad que Jesucristo es la Resurrección y la Vida y El Hijo de Dios. ¿No es sorprendente también que en el último libro de la Biblia, llamado La Revelación de Jesucristo el número de sus palabras de vocabulario sea exactamente 888?

 

Introducción a la numeración bíblica: §170.